Centroamérica, 8 de noviembre de 2021 – Iris Marina Mejia, residente de la La Reina en Santa Bárbara, Honduras, nunca imaginó que su vida cambiaría abruptamente. En noviembre de 2020, su hogar fue destruido por los huracanes Eta y Iota, los cuales dejaron aproximadamente 4 millones de personas afectadas tan sólo en Honduras. 

"Nosotros teníamos nuestras casitas y por las tormentas lo perdimos todo”, dice Iris. 

Se esperaba que hubiera tormentas y lluvias, pero en esta ocasión la magnitud de las mismas fue diferente. Las copiosas precipitaciones provocaron un alud que sepultó el pueblo el 22 de noviembre. 

"Ahora han pasado nueve meses. Sigue siendo complicado porque perdimos lo que siempre valoramos, es decir nuestra casa”. 

Iris Marina cuenta su experiencia tras el impacto de los huracanes Eta e Iota en la comunidad de La Reina, Honduras. Foto: OIM Honduras/Eduardo Canales Santamaria

Si bien nadie perdió la vida, la gran mayoría se quedó sin un lugar donde vivir. Iris y su familia se mudaron a Valle Verde, una ciudad ubicada a 10 kilómetros de su anterior hogar en donde alquilaron una casa y recibieron ayuda de diferentes organizaciones. 

“Pero siempre hay algo que no está bien", dice con nostalgia.

En la Municipalidad de Tegucigalpita, Honduras, Mirna Arias fue también una de los miles de personas afectadas por los huracanes.

"Nuestra casa fue completamente arrasada por el río, casi la totalidad de la zona fue arrasada por el río, y nos quedamos sin un techo sobre nuestras cabezas”, dice. 

No tuvo más opción que la de buscar un hogar temporal junto a su familia, y espera un día poder reconstruir su casa. 

"Tal vez no nos entregarán la casita, pero si contamos con una embarcación podremos regresar y reubicarnos".

Mirna Arias y su familia perdieron todo con el paso de los huracanes Eta e Iota por Tegucigalpita, Honduras. Foto: OIM Honduras/Eduardo Canales Santamaria

Escapando de las aguas …

Iris y Mirna son un ejemplo de los miles de familias en la región afectadas por Eta y Iota y que no han tenido más elección que la de escapar de sus hogares para poder salvar sus vidas. 

De acuerdo con estadísticas del Centro de Monitoreo del Desplazamiento Interno (IDMC) se estima que Eta y Iota trajeron un millón y medio de nuevos desplazamientos en Centroamérica, una cifra significativa en comparación con el registro de la década pasada (2,2 millones), la cual incluye eventos tales como terremotos o sequías. 

Diferentes estudios concuerdan en que el cambio climático es un factor sistémico en la ocurrencia de eventos ambientales cada vez más intensos, más frecuentes y de mayor duración, con múltiples y complejos efectos sobre las poblaciones (OIM, 2021). Entre tales efectos pueden mencionarse las numerosas dinámicas de movilidad en el seno de un país o comunidad. Mientras algunas personas desplazadas esperan poder retornar a sus hogares, otras han decidido migrar temporal o permanentemente a otras ciudades o países. 

Los diversos estudios advierten que cuando las condiciones de reasentamiento fracasan en relación a sostener la reconstrucción del tejido social, las personas pueden elegir migrar para establecer un nuevo conjunto de relaciones que permitirán modos estables de residencia (OIM, 2021). 

Marvin Gonzales es un granjero guatemalteco del Departamento de Izabal que ha dedicado la mayor parte de su vida a la agricultura y que fue testigo de cómo la llegada de Eta y de Iota destruyó no solamente su casa y sus cosechas sino que también limitó la posibilidad de que él le pudiera ofrecer un futuro a sus hijos Mario y Aylin. Fue en ese momento que decidió migrar a los Estados Unidos.

"Cuando uno busca un empleo en nuestras comunidades, no lo encuentra. No tenemos nada”, dice Marvin desde la ciudad mexicana de Tijuana, en donde se encuentra esperando poder cruzar la frontera rumbo a los Estados Unidos. “No tenemos nada”. 

Las poblaciones que dependen de los recursos naturales para subsistir se ven significativamente afectadas por los desastres y por el cambio climático, puesto que su trabajo es con frecuencia realizado en zonas geográficas que las exponen a estos desastres (OIM, 2021). 

Carlos Hernan Caceres también se encuentra en Tijuana tras 50 días de haber estado atravesando México junto a su hijo de 5 años. Fue uno de los miles de granjeros que lo perdió todo a causa de los huracanes. Es nativo de El Belloto, Honduras, pero migró a los Estados Unidos para conseguir empleo y eventualmente poder reconstruir su casa. 

"Antes de los huracanes, todo estaba bien. Todo el mundo tenía sus cositas. Pero después de los huracanes todo cambió, porque todos nos quedamos en la calle”, dice en un tono bajo.  

Carlos, agricultor, decidió emigrar a estados unidos luego de perder su patrimonio tras el paso del último huracán. Foto: OIM México/Alejandro Cartagena

… escapando de las sequías  

Centroamérica es una de las regiones más vulnerables a la ocurrencia de eventos vinculados a los peligros ambientales, que van desde huracanes hasta sequías prolongadas como las que ocurrieron en Guatemala, Honduras, y El Salvador. En estos lugares la variación en las precipitaciones provocada por el cambio climático ha tenido un fuerte impacto sobre los medios de subsistencia de las comunidades y sobre los procesos de movilidad. 

En la Municipalidad de Tacuba, El Salvador, el líder indígena Joaquín Salazar señala que la variación climática en su comunidad en años recientes ha sido significativa. 

"El clima ha cambiado realmente mucho en esta zona. Estamos cerca del corredor seco y eso nos afecta mucho porque pocas veces llueve, y cuando llueve, llueve demasiado y al final las cosechas no son buenas”. 

Estos factores ambientales, agravados por el cambio climático, se agregan a la pobreza, la violencia, el desempleo, entre otros, y generan diferentes dinámicas migratorias en Tacuba, tal como advierte el líder indígena. 

"Es por este motivo que se da la migración, dado que si la familia no cuenta con alimentos, deben irse a buscarlo y dejan sus hogares y se dirigen a la ciudad”. 

Sin embargo, dice Joaquín, el hecho de que las personas migran desde su comunidad no significa que la situación económica mejore para las familias. “Hay muchas personas que van a trabajar, pero si ellas envían dinero, ese dinero no llega a sus hogares; reciben provisiones tales como azúcar o aceite. Porque ocurre que la gente que va a trabajar gana una miseria”, dice el líder indígena. 

Manuel habla sobre la relación entre las sequías y los procesos migratorios en el municipio de Tacuba, El Salvador. Foto: OIM El Salvador/Jose Miguel Gomez, Paola Castaneda

Manuel, another resident of Tacuba, has a similar opinion. According to him, the drought has had a significant impact on his community. "In the hamlet of El Chupamiel, our only economic activity is agriculture, and in recent years the drought has affected us. Almost all of us don't have our own land, we rent it, and from the little that we get, we use it for consumption and to support our families," says Manuel.

According to the Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC), the effects of climate change are happening now and will worsen in the coming decades. Temperatures will continue to rise, and hurricanes and droughts will become stronger, more frequent, and more intense. Given this scenario, an intensification of human mobility processes in the region is likely, which could take various forms depending on local circumstances.

Given this reality, it is vital to strengthen the capacity of rural communities to cope with the different pressures and impacts caused by changes in climate patterns (FAO, 2019).

In San Cristóbal, Guatemala, the recently created Municipal Directorate of Integrated Disaster Risk Management has been working with other local entities in programmes that allow communities to better adapt to social problems such as food insecurity, intensified by climate change. This is how the "Family Gardens" programme was born – an inter-institutional strategy that aims to provide the community with tools to produce their own food and mitigate the food problems present in the municipality.  

Joaquín Salazar, comenta sobre los efectos de las sequías en los medios de vida de los pobladores de Tacuba, El Salvador. Foto: OIM El Salvador/Jose Miguel Gomez, Paola Castaneda

The Conferences of the Parties (COPs) to the United Nations Framework Convention on Climate Change is a key space for addressing human mobility linked to climate change and presents an opportunity to promote a resilience approach to address the needs of vulnerable communities and ensure a timely response in case of emergencies.